“Mi Denuncia Semanal a la Dictadura Castrista”
La Cabeza Sobre Los Pies
Por Omar López Montenegro
(director de Derechos Humanos de la Fundación Nacional Cubano Americana)
Gentileza Diario Mayor
En una jugada para algunos sorprendente pero para muchos esperada, el gobierno cubano le negó la entrada a la Isla al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luís Almagro, para recibir el premio “Oswaldo Payá, Libertad y Vida”, otorgado por la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia.
El hecho tiene repercusiones extraordinarias, teniendo en cuenta los esfuerzos del castrismo de presentarse ante el mundo como una dictadura “afable” y un actor de fiar en la escena política internacional. Al negarle la entrada a Almagro, el raulismo se dispara en su propio pie. Pone en riesgo una estrategia que ha estado desarrollando durante toda una década, la cual tuvo su momento culminante con el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
A esto precisamente se refirió el expresidente mexicano Felipe Calderón, otro a quien se le negó la entrada para asistir al evento, quien calificó la actitud del régimen como “triste, despótica, indignante y tonta” y considera que la misma hace añicos las recientes expectativas de que las cosas cambiarían en Cuba tras el “deshielo” con EEUU.
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Pero esta decisión tiene muchas aristas a analizar. La primera, obvia y evidente, es que el control interno continúa siendo la principal prioridad del régimen, por encima de cualquier escenario externo. Puesto a escoger el menor de dos males, la dictadura castrista sacrifica la imagen externa a fin de mantener la interna.
La segunda arista es que el régimen ratifica una vez más la limitada influencia de actores externos en la política interna cubana, debido a las realidades y compromisos de la mal llamada realpolitik. La postura de Almagro, al colocar principios por encima de consideraciones políticas, sienta un precedente sui generis que podría servir de base a otros organismos y personalidades internacionales.
Tercera y final, la gran ganadora de este evento es Rosa María Payá, hija del activista cuyo nombre recibe el citado premio y organizadora de la ceremonia. Rosa María colocó al régimen a la defensiva, lo obligó a tomar decisiones contrarias a sus intereses, y golpeó fuertemente el esquema de “normalización diplomática” de la dictadura. Al forzar al régimen a escoger entre dispararse al pie o a la cabeza, la activista cubana realizó un excelente ejercicio de jiu jitsu político, definido por Gene Sharp de la siguiente manera:
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“Al combinar disciplina no violenta con solidaridad y persistencia en la lucha, los actores no violentos consiguen que la violencia del opresor sea expuesta de la peor manera posible. Esto, a su vez, puede conducir a cambios en la opinión pública, y de ahí a cambios en las relaciones de poder, favorables al grupo no violento. Estos cambios traen consigo la retirada de apoyo al opresor, y la concesión de apoyo a los actores no violentos”.
El ejemplo más típico de esta técnica es lo que se conoce como una “acción de dilema”, precisamente lo que Rosa María presentó ante el régimen con este evento.
El dilema, entonces, trasciende los límites del tiempo y el espacio. ¿Debe EEUU pasar por alto los principios democráticos que aspira promover en la región, en aras de una falsa estabilidad neodictatorial y un avance en el compromiso político con Cuba, sin pensar en las consecuencias? ¿No está produciendo de hecho esta errada visión la proliferación de otras neodictaduras electorales en el continente?
Tras lo ocurrido con el secretario general del máximo organismo multinacional de las Américas, la respuesta resulta bastante obvia. Sólo una política de principios es capaz de garantizar la estabilidad democrática. Los pies no conducen a ninguna parte si no marchan de acuerdo con la cabeza. Eso fue lo que hicieron Luís Almagro y Rosa María Payá, quienes definitivamente marcharon a la cabeza de los acontecimientos.
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Este artículo se publica como parte de la campaña “Mi Denuncia Semanal a la Dictadura Castrista”, promovida por la UNPACU (Santiago de Cuba) y el Foro América Unida (Santiago de Chile) con el fin de crear consciencia sobre la situación del pueblo cubano en todo el mundo.
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