“Mi Denuncia Semanal a la Dictadura Castrista”. Castro está enterrado al lado del Héroe que habría aborrecido.
Por José Daniel Ferrer. Coordinador General de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU).
GENTILEZA UNPACU
Cuando el cortejo fúnebre con las cenizas del dictador Fidel Castro se dirigía al cementerio Santa Efigenia, en la ciudad de Santiago de Cuba, recordaba que este hombre llevó a más de cien jóvenes a asaltar dos cuarteles en nombre de José Martí. Estos jóvenes no eran comunistas; militaban en la juventud del Partido del Pueblo Cubano (conocido como “Ortodoxo”), el cual tenía una base ideológica anticomunista. Castro llevó a esos jóvenes a una acción fraticida el 26 de julio de 1953.
Fidel Castro responsabilizó a Martí (que había muerto cincuenta y ocho años antes, en 1895) por dicha acción y lo calificó como el “autor intelectual del asalto al cuartel Moncada”.
Fidel Castro implantó en Cuba una constitución de tipo soviético, estalinista, una constitución comunista. Dijo que nuestra constitución, además de martiana, sería marxista-leninista.
Este es el mismo Fidel Castro que durante todo el proceso de lucha contra el anterior dictador Fulgencio Batista decía que no era comunista. Incluso después de llegar al poder en enero de 1959 mantenía que no era comunista. No fue hasta el año 1961 que Castro reconoció haber sido comunista desde sus tiempos universitarios, y que moriría siendo comunista.
Ese mismo Fidel Castro quiso que sus cenizas se enterrasen al lado de José Martí, el Apóstol de nuestra independencia.
Castro está enterrado al lado del Héroe que lo habría aborrecido.
Esto me trae a la mente unos versos de Martí que parecen tener carácter profético. Debe tenerse en cuenta que los profetas no siempre expresan sus ideas directamente, sino en forma de parábolas. Con estos versos, Martí habría previsto su reacción al saber que las cenizas de Fidel Castro iban a estar junto a él. En uno de sus “Versos Sencillos”, Martí dijo:
Con estos versos, Martí estaría profetizando lo que iba a sentir al saber que a su lado estaría enterrado un hombre que ha mentido tanto, que ha dañado tanto a la nación, que ha ocasionado tantos daños al pueblo cubano, y que implantó un régimen comunista en Cuba. Martí nos alertó que este sistema sería fatal para cualquier nación.
El Apóstol habría de sentir la necesidad de salir de su tumba para tomar esas cenizas que iban a enterrar a su lado y lanzarlas lo más lejos posible. Las habría lanzado incluso a la fosa de Bartlett, que es la zona marina más profunda al sur de la provincia de Santiago de Cuba.
Como dije anteriormente, en 1884, Martí nos alertó contra el socialismo — y estamos hablando del tipo de socialismo que Fidel Castro nos impuso. Veamos como Martí lo plantea, y entonces entenderemos la hipótesis de que Martí iba a sentir el deseo de hacer lo que hizo aquel bravo mambí del poema con su hijo al verlo pasar con las tropas del enemigo. Se levantó de la tumba, le dio un bofetón al hijo, y se lo llevó muerto de regreso a la tumba.
En el caso de Castro no sería así. Martí se levantaría y expulsaría, lo más lejos posible, los indeseables restos de Castro.
En un artículo titulado “La Futura Esclavitud” sobre un tratado del mismo nombre del filósofo inglés Herbert Spencer, Martí expresó:
“So pretexto de socorrer a los pobres —dice Spencer— sácanse tantos tributos, que se convierte en pobres a los que no lo son.”
Más adelante, Martí planteaba:
“Teme Spencer, no sin fundamento, que al llegar a ser tan variada, activa y dominante la acción del Estado, habría éste de imponer considerables cargas a la parte de la nación trabajadora en provecho de la parte páupera. Y es verdad que si llegare la benevolencia a tal punto que los páuperos no necesitasen trabajar para vivir —a lo cual jamás podrán llegar—, se iría debilitando la acción individual, y gravando la condición de los tenedores de alguna riqueza, sin bastar por eso a acallar las necesidades y apetitos de los que no la tienen.”
Martí también dice:
“Todo el poder que iría adquiriendo la casta de funcionarios, ligados por la necesidad de mantenerse en una ocupación privilegiada y pingüe, lo iría perdiendo el pueblo, que no tiene las mismas razones de complicidad en esperanzas y provechos, para hacer frente a los funcionarios enlazados por intereses comunes. Como todas las necesidades públicas vendrían a ser satisfechas por el Estado, adquirirían los funcionarios entonces la influencia enorme que naturalmente viene a los que distribuyen algún derecho o beneficio.”
“El hombre que quiere ahora que el Estado cuide de él para no tener que cuidar él de sí, tendría que trabajar entonces en la medida, por el tiempo y en la labor que pluguiese al Estado asignarle, puesto que a este, sobre quien caerían todos los deberes, se darían naturalmente todas las facultades necesarias para recabar los medios de cumplir aquellos. De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios.”
“Esclavo es todo aquel que trabaja para otro que tiene dominio sobre él; y en ese sistema socialista dominaría la comunidad al hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo.”
“Y como los funcionarios son seres humanos, y por tanto abusadores, soberbios y ambiciosos, y en esa organización tendrían gran poder, apoyados por todos los que aprovechasen o esperasen aprovechar de los abusos, y por aquellas fuerzas viles que siempre compra entre los oprimidos el terror, prestigio o habilidad de los que mandan, este sistema de distribución oficial del trabajo común llegaría a sufrir en poco tiempo de los quebrantos, violencias, hurtos y tergiversaciones que el espíritu de individualidad, la autoridad y osadía del genio, y las astucias del vicio originan pronta y fatalmente en toda organización humana.”
“De mala humanidad —dice Spencer— no pueden hacerse buenas instituciones. La miseria pública será, pues, con semejante socialismo a que todo parece tender en Inglaterra, palpable y grande. El funcionarismo autocrático abusará de la plebe cansada y trabajadora. Lamentable será, y general, la servidumbre.”
Tal parece que Martí escribió ese artículo para aconsejarnos sobre lo que no debíamos hacer o permitir que hiciesen con Cuba. Es decir, Martí nos alertó acerca de todo lo que estamos viviendo en Cuba, y lo que hemos vivido durante el último medio siglo. Nos alertó de la dictadura. Nos alertó de la miseria generalizada, la servidumbre y la burocracia. Martí nos dijo que la miseria iba a ser grande, y que la servidumbre sería muy grande, también. Cuídense de eso, parecía decir. Pero nuestros padres no se cuidaron, y nuestra generación nació bajo una férrea tiranía.
Ahora, muchos cubanos estamos luchando en unas circunstancias muy difíciles, en medio de muchísima represión, para poner fin a esa situación que Martí predijo, y que por desgracia aún tenemos en nuestro país.
En otra ocasión, en una carta a su amigo Fermín Valdés, Martí escribió:
“Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y la rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo, empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse como frenéticos defensores de los desamparados.”
Una vez más, Martí nos estaba alertando contra ese socialismo, que es el socialismo de Fidel Castro, Raúl Castro, Hugo Chávez, Daniel Ortega, Nicolás Maduro, Evo Morales y Rafael Correa. En definitiva, nos alertaba contra el socialismo de todos esos individuos ambiciosos que se fingen defensores de los desamparados y los menesterosos, para tener hombros sobre los cuales alzarse, para coronarse como reyes, para tener todo el poder bajo su control y sumir a los ciudadanos de sus respectivas naciones en la más profunda miseria y en la más cruel opresión.
En otra ocasión, Martí habló sobre Carlos Marx —demostrando la grandeza que siempre caracterizó a nuestro Apóstol— aun cuando no estaba de acuerdo con la doctrina de Marx, que Martí conocía muy bien.
¿Qué no conocía bien el Apóstol? El Apóstol estudió mucho; y sobre todo, tenía un talento indiscutible. Era todo un genio. Sin lugar a dudas, es el hombre más grande que ha dado nuestra patria.
Cuando Carlos Marx murió, Martí escribió:
“Ved esta gran sala. Karl Marx ha muerto. Como se puso del lado de los débiles merece honor. Pero no hace bien el que señala el daño y arde en ansias temerosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blando al daño. Espanta la tarea de echar a los hombres sobre los hombres. Indigna el forzoso abestiamiento de unos hombres en provecho de otros. Mas se ha de encontrar salida a la indignación de modo que la bestia cese sin que se desborde y espante.”
Martí no hubiese podido decir lo mismo sobre Fidel Castro.
Carlos Marx escribió sus tesis y las difundió. Sus seguidores las difundieron por todo el mundo. Sin embargo, Marx no estuvo —al igual que Lenin— al frente de un estado socialista. Marx formuló los principios que dieron lugar a todos estos grandes crímenes y a toda la miseria que sufren tantos pueblos.
Muchos dicen que los seguidores de Marx no lo interpretaron debidamente. Plantean que estos hicieron lo que quisieron y no lo que Marx enseñó. En todo caso, el marxismo es responsable en buena medida del terror y los daños ocasionados por Lenin, Stalin, Jruschov, Brezhnev, Andropov, Chernenko, y un poco menos por Gorbachov, quien fue el reformista que facilitó el fin de aquel oprobioso sistema.
Por sus escritos, Marx tiene gran responsabilidad sobre los millones de crímenes de Stalin, los millones de crímenes de Mao Tse-tung, los muchos miles de crímenes de Fidel y Raúl Castro. Carlos Marx comparte responsabilidad por esas atroces matanzas, por esos graves crímenes, aunque él no los haya protagonizado.
José Martí “El Apóstol”, Héroe Nacional de Cuba.
Marx puede ser considerado el autor intelectual de esos crímenes, tal como Fidel responsabilizó a Martí de ser el autor intelectual del asalto al cuartel Moncada. De la misma manera, Carlos Marx debería ser el autor intelectual del leninismo, del estalinismo, del castrismo, del maoísmo y de todas esas ideologías que no debieron haber existido jamás, debido al daño que han causado a la humanidad.
Ciertamente, Marx no fue el brazo ejecutor. No estuvo en el trono. No controló, ni oprimió, ni pisoteó naciones enteras. No cometió directamente todos esos crímenes. A diferencia de Marx, Fidel Castro es el responsable directo de muchos de esos crímenes, así como del hambre, la miseria, y la destrucción de nuestra nación.
Por lo tanto, Martí no podría decir sobre Castro:
“Ved esta gran sala. Ved esta gran plaza. Ahí están las cenizas de Fidel Castro. Como se puso al lado de los débiles merece honor, aunque el remedio que predicaba y aplicaba no era el correcto, etcétera, etcétera.”
No. Castro fue un mentiroso, un hipócrita y un falso. Habló de una revolución popular y democrática. Habló de reinstaurar la Constitución de 1940. Con todo eso, engañó al pueblo cubano, que lo secundó para poner fin a la dictadura de Batista. En lugar de eso, Castro nos impuso una dictadura peor, una dictadura basada en el modelo socialista sobre el cual Martí nos advirtió. El Apóstol nos dijo que no aceptáramos ese sistema porque iba a ser el desastre de la Nación. “La servidumbre y la miseria van a ser muy grandes.”
En resumen, Fidel Castro siguió a dictadores como Stalin y Mao, y a todos los tiranos comunistas que tanto daño causaron a sus respectivas naciones.
Este artículo se publica como parte de la campaña, “Mi Denuncia Semanal a la Dictadura Castrista” promovida por la UNPACU (Santiago de Cuba) y el Foro América Unida (Santiago de Chile) con el fin de crear consciencia sobre la situación del pueblo cubano en todo el mundo.
José Daniel Ferrer García.
Coordinador General de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU).
Coordinador General de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU).
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