El atentado comunista-frenteamplista contra José Antonio Kast en una universidad del norte es el síntoma más grave de cómo el país está manejado por la violencia marxista, de lo cual la mayoría quiere hacer como que no se da cuenta.
Jaime Guzmán murió en 1991 porque no contemporizó con el comunismo y su mentira histórica. José Antonio Kast fue herido ayer y su vida corre grave peligro porque tampoco contemporiza. No cede frente a la mentira histórica, reivindica al gobierno que salvó a Chile, el Militar, por supuesto; dice la verdad e identifica a los enemigos de la libertad.
Porque Chile vive engañado y adormecido, contemporizando con los enemigos de la libertad, como lo acreditó al elegir a Piñera y no a Kast. Porque es el Chile real, el contemporizador con el comunismo.
¿Siquiera sabe usted quién fue Heriberto Novoa? No, usted no lo sabe, porque le está prohibido saberlo. Pero su muerte fue simbólica. Heriberto Novoa fue un carabinero y fue asesinado por el Frente terrorista de los comunistas en 1982. ¿Sabe usted qué hacía Heriberto Novoa? Custodiaba un monumento llamado “La Llama de la Libertad”. Ese monumento había sido levantado por el Gobierno Militar porque simbolizaba todo lo que ese gobierno representó y representa para Chile: salvó nuestra libertad.
Pero para que en Chile a uno no lo maten o intenten matarlo como lo hicieron ayer con José Antonio Kast, hay que ser un contemporizador con los asesinos de Heriberto Novoa y los enemigos de la libertad, un contemporizador típico, como Patricio Aylwin o Sebastián Piñera, que acaba de nombrar de nuevo a Rodrigo Ubilla como subsecretario del Interior porque es el símbolo de la contemporización: firmó la querella contra el general Orozco que está preso en Punta Peuco por, como es la regla general allá, no haber cometido ningún delito. Está en condiciones lamentables de salud y tiene 90 años. No sabe que está preso porque tiene Alzheimer. La Corte Suprema “ordenó” en agosto del año pasado hacerle “con urgencia” exámenes para determinar su situación de salud inhumana, contra todos los tratados de derechos humanos que ha suscrito Chile. Pero es un militar y por tanto no tiene derechos humanos y hasta ahora el general Orozco, apresado por Piñera-Ubilla, sigue sin saber que está preso por haberse asomado hace cuarenta y cinco años a la puerta de su cuartel de San Felipe a preguntar qué pasó. Porque, al igual que José Antonio Kast, en Chile él no tiene derechos humanos.
Un ministro de la justicia de izquierda, Milton Juica, reveló días atrás con satisfacción que se había entregado el año pasado más de diez mil millones de pesos a los extremistas de izquierda en juicios prevaricatorios contra militares por haberles impedido a los primeros, desde 1973 en adelante, tomarse el poder por las armas. Los contemporizadores Aylwin y sus sucesores hasta Piñera llenan de plata a la extrema izquierda violenta y dicen lo que ella dice para que no les haga insoportable el clima de sus gobiernos y, así meten presos a los militares aunque tengan Alzheimer y 90 años, para tener contentos a los comunistas y frenteamplistas que hieren o matan al que dice la verdad sobre ellos o sobre la historia de Chile.
¿Recuerdan cuando bajo el gobierno de Piñera se intentó presentar en el Teatro Caupolicán un documental en defensa del gobierno de Pinochet? El acto fue asolado por la violencia comunista, hubo heridos, fracturados como hoy lo está José Antono Kast, todo a unas cuadras de La Moneda. Hubo una partidaria de Pinochet, Gina Fascinetti, que sufrió fracturas de costillas por los golpes de los comunistas, que salvó la vida con sólo esas quebraduras y gracias a unos comerciantes callejeros que la protegieron. Por eso desde hace años no puede hacerse un acto de homenaje al Gobierno Militar, como los que los allendistas hacían en los años 80 en el Teatro Cariola en homenaje a Salvador Allende, sin que nadie los agrediera. Porque había más libertad que ahora, cuando la violencia lo impide.
También bajo el anterior gobierno de Piñera la sede del Estadio Municipal de Providencia fue rodeada por los guerrilleros rojos que cobran al fisco cuatrocientos millones de dólares al año en indemnizaciones, pensiones de exonerados, beneficios de gratuidad de salud y educación, que agredieron a los que fuimos al lanzamiento de la tercera edición de la biografía de Miguel Krassnoff.
Fue muy revelador: nos rodearon, cubrieron de piedras el club y causaron daños de cientos de millones de pesos pero los vidrios resistieron. ¿Por qué pasó? Porque a uno de los organizadores, políticamente muy perdido, se le había ocurrido mandar una invitación al acto del lanzamiento de la biografía de Krassnoff al presidente Piñera y una secretaria de derecha que se les había pasado inadvertida contestó la invitación a nombre del presidente deseando muy buena suerte al acto y al libro sobre Krassnoff, todo lo cual salió en los diarios, desató la ira comunista, el pánico de Piñera el contemporizador, que echó a la secretaria, una niña de derecha que en el fondo de su corazón quería que le fuera bien al libro sobre Krassnoff.
El verdadero Chile es el que personifica la horda marxista que dejó fracturado a José Antonio Kast, quien no contemporiza y por eso está en gran peligro. La derecha, en un ochenta por ciento, se ha puesto a salvo porque contemporiza y vota por Piñera, el segundo gran contemporizador con el marxismo, después de Patricio Aylwin. Sólo un ocho por ciento se atrevió a votar por el que realmente la representa, Kast, el guardián de la Llama de la Libertad, suprimida por Aylwin en los 90, porque es un insulto a la extrema izquierda a la cual le regaló persecución ilegal contra militares, el falseamiento de la verdad histórica por la Comisión Rettig y cuatrocientos millones de dólares anuales en gratuidades varias, pensiones de exonerados, luego las pensiones de Lagos por los que se declararon “torturados”, cuando justamente ellos fueron acusados de torturar a opositores por el Acuerdo de la Cámara de 22 de agosto de 1973, pero eso ya se ha olvidado y tergiversado.
Estás en el Chile de hoy. O contemporizas, es decir, les das plata a los marxistas, más los diez mil millones anuales anunciados por Juica, mantienes al general Orozco preso a los 90 años por haber salido en 1973 a preguntar la razón de unos disparos que no ordenó y cuyo origen no sabía y a quien en agosto la Corte Suprema ordenó hacer exámenes “inmediatos”, pero que no se hacen para no enojar a la extrema izquierda, o te callas, que es lo que haces, porque si no te callas te matan.
El ataque de ayer a Kast ha desnudado al miserable y abyecto Chile de hoy. Y, cuidado, porque José Antonio Kast hoy está en la misma mira en que estuvo Jaime Guzmán en 1991 por decir la verdad.
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