Reingeniería social del neocomunismo: el experimento Pitesti del siglo XXI
“La revolución comunista significa la ruptura más radical con las relaciones tradicionales No hay que sorprenderse si este desarrollo implicara la más radical de las rupturas con las ideas tradicionales” (Manifiesto Comunista)
Viviana Padeli
Una de los más siniestros y refinados crímenes que cometió el comunismo fue el “Experimento Pitesti”. Hacia el final de la década del 40, la Securitate reunió a cientos de rumanos opositores al régimen, organizándolos en una cárcel de la localidad de Pitesti como experiencia para la reeducación comunista. Este plan basado en torturas físicas, psicológicas, morales y religiosas consistía en delaciones a compañeros, negación de sus principios morales, renunciamiento de su vida pasada, familia y fe religiosa; forzando el quiebre de su fortaleza psicológica, induciendo un sentimiento de culpabilidad e implantando nuevas creencias afines al comunismo. A menor resistencia en la primera fase de progresión, el grado de conversión se hacía más efectivo. Quienes no morían, ya habrían logrado la re-educación convirtiéndose también en torturadores.
Estas técnicas de “lavado de cerebro” no fueron ajenas en China, Camboya, Corea, URSS y nos demuestran la adaptación (stress) del individuo en situaciones extremas. El Partido Comunista chino logró que todo el país leyera el Libro Rojo y bailara la “danza de la lealtad”. En 2012, Hong Kong marchó contra el ‘lavado de cerebro’ del comunismo; los manifestantes expresaban que “tenían miedo que sus hijos no sepan la verdad y no sepan la historia, que no aprendan a pensar independientemente o a distinguir lo bueno de lo malo”
Esta frase hoy la escuchamos en Latinoamérica; pero también observamos la absoluta anomia de conciudadanos frente a este avance de subversión de valores, sumidos en una involuntaria complicidad con el “torturador”. Algunos mencionan el “Síndrome de Estocolmo” y/o “Síndrome de Lemming”, sin embargo, podemos ver hoy de qué manera algunas técnicas de disciplinamiento y progresión utilizadas en Pitesti pueden usarse a gran escala: trabajar con las emociones hasta alcanzar niveles extremos de miedo, ansiedad e incertidumbre, deteriorando la resistencia moral de cada individuo hasta quebrar su voluntad.
Progresión. Creación del torturador: figura omnipotente del Estado-Gobierno. Control absoluto sobre el individuo. Como brazo ejecutor, la “Securitate” puede tomar forma en la persecución judicial, la agencia tributaria, el empleador, la delincuencia, los pares, etc.
Torturas psicológicas. Miedo: la amenaza de ser víctima de un hecho delictivo (la delincuencia es utilizada por el régimen con este fin); de hostigamiento o “montajes” judiciales o laborales en razón de sus ideas opositoras; autocensura, percepción de persecución ideológica.
Colectivización. El torturador identifica a su víctima como un número o objeto, haciéndole creer que el ejercer un derecho u opinar diferente, separándose del colectivo, está limitado o no es “correcto”. Esta acción requiere necesariamente de la complicidad de otras víctimas que con miedo desarrollan un cinismo superviviente (En Pitesti, re-educados)
Humillación, difamación, denigración verbal pública de los actores del régimen y sus militantes hacia los opositores.
Culpabilidad: en función de las nuevas consignas “éticas” del comunismo, los valores y principios del individuo son denostados por el régimen. El comunismo lo hará responsable de todos los fracasos pasados y presentes, propios y ajenos valiéndose de los medios de comunicación masivos.
Auto-aislamiento: como consecuencia de los puntos anteriores.
Simulacros: los medios masivos de comunicación del régimen enmascaran y crean falsas noticias de mínimas situaciones, desviando la atención e imponiendo matrices de opinión. “Puestas en escena” de daños o peligros inminentes contra su persona, bienes o comunidad o “acontecimientos que terminarán con el régimen” con un doble propósito: medir reacciones, desmoralizar, desmotivar y deteriorar la credibilidad: cuando algo realmente ocurra, nadie lo creerá y la capacidad de reacción será nula
Información: los medios masivos de comunicación difunden cantidad de información que no puede procesarse e instalan temas de “interés social”.
Hastío, desconfianza, desinterés. Pérdida de autoestima. Mínima capacidad de reacción. Disminución de la capacidad de juicio. Aceptación gradual del régimen, utilización de su argot y conceptos.
Si el experimento Pitesti es recordado como “el genocidio de las almas”, a juzgar por la actual indiferencia de nuestros pares, el socialismo del siglo XXI será recordado como el genocidio de la voluntad.
Sin embargo, entre nosotros hay hombres y mujeres con sólidas bases morales que resisten con la fortaleza que dan sus principios y valores. Son los convocados a revertir este proceso. Mientras tanto, desde su tumba, Gramsci sonríe.
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