¿Qué sigue después de la advertencia que dio la ciudadanía al Gobierno de Maduro en las calles de la capital?
Cuando un navío de guerra dispara sobre la proa de otro lo hace como una advertencia. El objetivo es que se detenga o que cambie su curso de acción antes de tomar medidas más enérgicas, como dispararle debajo de su línea de flotación. Esta imagen se me ocurre al presenciar la llamada Toma de Caracas del 1 de septiembre cuando participaron más de un millón de personas. En mi opinión, ello representa una advertencia al régimen y a las Fuerzas Armadas que lo controlan de que el país está dispuesto a movilizarse y no solo para elecciones. Y al mismo tiempo que les sería imposible reprimir semejantes manifestaciones populares.
¿Y qué le sigue a una advertencia equivalente a un disparo sobre la proa del régimen, como esta toma ciudadana de la capital?
En una confrontación bélica de no cambiar de curso la otra parte, o no detenerse, solo cabe dispararle debajo de la línea de flotación. O sea hundirlo. Eso es claro en una confrontación armada pero en el caso nuestro, ¿qué le sigue a la oposición venezolana después de esta advertencia al régimen del 1 de septiembre?
Primero exigir un cambio de rumbo, o sea, que el régimen acate la constitución y que el revocatorio presidencial se celebre este año. Un régimen corrupto que no supera un 15% del apoyo popular, violador de nivel olímpico de los derechos humanos, carcelero de presos políticos y convertido en un narcoestado y crecientemente repudiado por la comunidad internacional, ha debido sentir el sonido del disparo sobre su proa.
Realmente fue un cañonazo representado por esos ciudadanos en las calles exigiendo pacíficamente el derecho a ejercer el revocatorio presidencial. A pesar de impedir el ingreso de periodistas internacionales para cubrir el evento y de expulsar a otros, entre ellos uno del Nuevo Herald, el mundo ha podido constatar el maravilloso espíritu cívico, democrático y pacífico de los venezolanos. Que hoy más que nunca merece el respaldo de la comunidad internacional en su lucha institucional por el rescate de sus derechos y de su libertad.
¿Y qué acción puede tomar la oposición si esta exigencia no es acatada, como probablemente sea el caso?
Un régimen corrupto, violador olímpico de los derechos humanos, carcelero de presos políticos y convertido en un narcoestado ha debido sentir el sonido del disparo sobre su proa.
Claro, yo no me atrevo a pronunciarme porque no conozco el nivel de consenso, de compromiso y de voluntad para actuar de la dirigencia política oficial de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Si el revocatorio es realmente valorado como indispensable, tal como viene tendrían que dispararle al régimen debajo de su línea de flotación.
¿Y cómo? Apelando más que justificadamente a la propia constitución que en su artículo 350 señala: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”. Este desconocimiento obligaría a una verdadera toma ciudadana de las calles del país. Pacífica pero firme.
No sé, repito, cuál es la tesitura de la dirigencia política partidista en cuanto a asumir semejante responsabilidad. Sin embargo es fundamental que la dirigencia aprecie que la temperatura popular es más alta que la de ellos mismos, como lo demostró antes el 6 de diciembre, cuando se ganó el control de la Asamblea Legislativa con dos terceras partes de los votos. Es un pueblo que demuestra cada vez más estar energizado e inspirado en su ansia de libertad secuestrada ya por más de 18 años horribilis. La asincronía entre los tiempos del pueblo y los de los dirigentes políticos puede ser un freno al ímpetu popular.
En mi perspectiva, y en lo que he aprendido en otros escenarios conflictivos del mundo, es que un narcoestado pandillero como el nuestro no será desalojado por manifestaciones esporádicas. Desalojarlo institucionalmente pero con firmeza es lo que toca. Si el Gobierno no entiende, o no está dispuesto a asumir la responsabilidad, la tragedia se profundizaría.
Un cantautor español amigo, Patxi Andino, tiene una canción que nunca olvido: “Crear héroes cuando haga falta”. Estoy convencido que así será.
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